Escuche atentamente y con empatía, haciendo sentir a la persona que la comprende.
Establezca contacto visual respetuoso.
Preferiblemente, permanezca al lado de la persona y no de
frente. De manera sensible y respetuosa, coloque su mano sobre el hombro de la otra
persona.
Si la persona está llorando, ofrézcale un pañuelo.
Use lenguaje corporal relajado y que refleje, escucha y respeto por la otra persona.
Lleve el ritmo de la persona, sin presiones.
Deje espacio para el silencio.
Mantenga la calma y control del lenguaje no verbal.
Dependiendo del caso, invite a la persona que identifique los recursos con los que cuenta o contó para sobrellevar la situación.
Manténgase atento a las señales para referir a la persona en caso de que requiera atención especializada.
Invadir el espacio físico de la persona, es mejor dejar que la persona tenga la iniciativa.
Descalificar, corregir o criticar las palabras de la persona.
Dudar de su relato o experiencia.
No sea apático o indiferente a la persona que está llorando, fingiendo que no lo ha visto.
Sugerir o direccionar las respuestas.
Emitir juicios.
Sorprenderse con el relato.
Preguntar detalles del relato o hacer una entrevista estilo interrogatorio.
Forzar a la persona tanto a que siga hablando, como a que detenga el relato.
Prometer ayuda.