En este módulo se desarrolla el rol de las iglesias y las organizaciones basadas en la fe en la fe-OBF’s en la acción humanitaria y la gestión de riesgo de desastres, buscando precisar en cuáles actividades pueden contribuir para garantizar la protección de la niñez y adolescencia en las crisis humanitarias y los desastres.
Se reconoce que las personas afectadas por desastres o conflictos armados satisfacen sus necesidades básicas ante todo gracias a su propio esfuerzo, así como al apoyo de las instituciones comunitarias y locales.
Reconocemos que es primordialmente la función y la responsabilidad del estado afectado brindar asistencia oportuna a las personas afectadas, asegurar su protección y seguridad, y prestarles la ayuda necesaria para que puedan recuperarse.
Como organizaciones humanitarias, definimos nuestra función en relación con las necesidades y capacidades de las poblaciones afectadas y las responsabilidades de sus gobiernos o de las potencias bajo cuyo control se encuentran.
Las iglesias, las OBF’s, los líderes y lideresas eclesiales contribuyen en la acción humanitaria y en la respuesta a desastres desde el reconocimiento y credibilidad que tienen las comunidades de estos, por el accionar espiritual y social que han realizado tradicionalmente con la población con la que se interrelacionan generando así lazos de confianza y respetabilidad.
El modelo socio ecológico es una forma conceptual que permite definir las dimensiones en que se puede desarrollar actividades que beneficien a los niños, niñas, familias, comunidad y sociedad determinada por las normas socioculturales.
Como iglesias y organizaciones de la sociedad, nuestras acciones abarcan las tres primeras dimensiones y tienen contribución en la última, a través de la incidencia que se hace en los temas de las organizaciones del Estado.
Las actividades en grupo proporcionan oportunidades para que los niños, niñas y adolescentes trabajen en equipo en un entorno predecible donde se fomente la seguridad, el aprendizaje, la expresión, las nuevas relaciones y el sentirse apoyado.
Las actividades de grupo para el bienestar infantil incluyen lo siguiente:
Educación extraescolar
Deportes
Juego libre y estructurado
Programas de resiliencia y de habilidades para la vida
Manualidades
Capacitación en materia de liderazgo para adolescentes
Identificando espacios existentes que pueden ser usados de forma segura y ética para las actividades grupales, puesto que el número de sitios disponibles puede ser limitado.
Procurando que los niños, niñas y adolescentes, los
cuidadores y las comunidades
participen en el desarrollo de un programa de actividades
que:
a. Atienda las necesidades de los niños, de las niñas y
de las familias
b. Desarrolle sus habilidades
c. Fortalezca su resiliencia
Incorporando la participación de niños, niñas y
adolescentes de distintas edades,
sexo, grados de discapacidad y otros factores
relacionados con la diversidad para desarrollar un
programa de actividades que sea:
a. Inclusiva y accesible
b. Adaptado a sus necesidades y preferencias
c. Que mejore las competencias
d. Que fortalezca la resiliencia
e. Compatible con la educación u otros servicios
esenciales
Antes de seleccionar el lugar adecuado para las actividades, debe realizarse una evaluación de riesgos. Las evaluaciones de riesgos permiten identificar lo siguiente:
La distancia a zonas peligrosas, como carreteras, cuarteles o zonas de conflicto; Posibles conflictos con la comunidad.
Posibles peligros físicos.
La posibilidad de que los niños, niñas y adolescentes sean reclutados, secuestrados o atacados durante las actividades en grupo o mientras se trasladan hacia el lugar donde se realizan.
Al elegir un lugar determinado para las actividades en grupo, debe mitigarse cualquier riesgo identificado. Los espacios deben cumplir con las normas mínimas de seguridad, higiene y salud, incluyendo:
Ventilación, sombra o temperatura adecuadas.
Iluminación suficiente.
Acceso a agua limpia y potable.
Acceso a cuartos de baño, limpios, seguros y separados.
Gestión de suministros de higiene menstrual.
Extintores de incendios.
Equipo de primeros auxilios.
Durante los brotes de enfermedades infecciosas debe discutirse la realización de actividades grupales con agentes de salud y agua, saneamiento e higiene. Es posible que sea necesario adaptar las actividades para (a) niños, niñas y adolescentes que se encuentren en tratamiento, cuarentena o aislamiento, o para (b) niños, niñas y adolescentes cuyos cuidadores han sido admitidos en un centro de atención.
El personal encargado de llevar a cabo estas actividades en grupo debe haber recibido capacitación sobre cómo prevenir la propagación de cualquier enfermedad infecciosa y comunicarse de manera apropiada con los niños, niñas y adolescentes y las comunidades acerca de cualquier brote de enfermedades infecciosas.
El fortalecimiento de los entornos familiares y de cuidado diario incluye la planificación exclusiva y directa (formal e informal) de convivencia física y humana de los niños, niñas y adolescentes. Un cuidador inmediato es una persona que vive con el niño, niña o adolescente, puede ser la madre, el padre, otro pariente o incluso una persona que no sea un familiar.
Los cuidadores inmediatos son responsables de lo siguiente:
Satisfacer las necesidades físicas, emocionales, sociales, cognitivas y espirituales de los niños, niñas y adolescentes.
Desarrollar una relación responsable y afectuosa con los niños, niñas y adolescentes.
Proteger a los niños, niñas y adolescentes de cualquier daño, maltrato y otros efectos negativos originados de la adversidad.
También desempeñan una función muy importante en el fortalecimiento de la capacidad de los niños, niñas y adolescentes para hacer frente a situaciones estresantes, especialmente durante las situaciones humanitarias.
Deben fortalecerse los entornos familiares y de cuidado para promover el desarrollo saludable de los niños y niñas y protegerlos de maltratos y otros efectos negativos originados de la adversidad.
Poner en marcha intervenciones que fortalezcan la salud mental, el bienestar psicosocial y las capacidades de crianza de los cuidadores.
Mejorar las redes sociales de los cuidadores mediante el respaldo o el establecimiento de grupos sociales, grupos de apoyo entre pares, grupos de autoayuda o métodos de comunicación alternativos (como medios sociales y teléfono).
Prestar apoyo específico a familiares, cuidadores y niños, niñas y adolescentes que son cabeza de familia para: aprender y aplicar prácticas de cuidado positivas; mejorar las relaciones entre cuidadores y niños, niñas y adolescentes; e involucrarse en el cuidado personal.
Ofrecer intervenciones adaptadas para cuidadores que se encuentran en situación de riesgo, incluidos los cuidadores adolescentes, para asistirlos en su propio cuidado y en el de sus niños, niñas y adolescentes.
Brindar servicios equitativos e inclusivos y prestar apoyo a cuidadores o niños, niñas y adolescentes con discapacidades.
World Vision cuenta con una estrategia llamada “Crianza con ternura” que posee herramientas para trabajar con los niños, niñas y adolescentes y con Canales de Esperanza para la protección de la niñez para las iglesias y OBF’s.
Las comunidades juegan un papel importante en la prevención y respuesta a los riesgos que enfrentan los niños, niñas y los adolescentes en contextos humanitarios.
Las comunidades se organizan de muchas maneras para proteger a los niños y las niñas, incluidos los y las adolescentes que están en riesgo.
Los enfoques a nivel comunitario ayudan a que los miembros de la comunidad protejan los niños, niñas y adolescentes y aseguren su derecho a un crecimiento saludable.
No existe un modelo único valido para todos los casos.
Los actores humanitarios deben intentar comprender las capacidades comunitarias existentes que promueven los derechos, la seguridad, el crecimiento, el bienestar y la participación de los niños, niñas y adolescentes.
Estas incluyen iniciativas, estructuras, procesos y redes dirigidas y organizadas por miembros comunitarios, incluidos los niños, niñas y adolescentes.
Los enfoques a nivel comunitario requieren lo siguiente:
Un conocimiento exhaustivo del contexto
Un conocimiento y priorización de las necesidades
Un conocimiento de las prácticas existentes
Las actividades a nivel comunitario además, requieren de:
Trabajar con diversos miembros de la comunidad, incluidos
niños, niñas y adolescentes, para:
a) Priorizar y abordar asuntos de protección de la niñez y
adolescencia.
b) Definir las funciones, responsabilidades y expectativas
de los actores humanitarios.
Utilizar métodos participativos para evaluar los cambios en las causas principales de los riesgos, las normas sociales, las capacidades de protección, las estructuras y los procesos de protección de la niñez y adolescencia.
Trabajar con el gobierno local para:
a) Fortalecer y crear vínculos sostenibles entre las
comunidades y los sistemas formales e informales de
protección de la niñez y adolescencia
b) Fortalecer los servicios a largo plazo.
Apoyar a los miembros comunitarios a identificar qué niños, niñas y adolescentes se encuentran en riesgo y guiarlos hacia servicios multisectoriales, incluida la gestión de casos.
Ayudar a los y las adolescentes a cumplir, interactuar y organizar sus propias iniciativas y actividades de incidencia política.
Facilitar la creación de un espacio dentro de las actividades comunitarias de concienciación para niños más pequeños y grupos que estén en riesgo de discriminación.
Apoyar la creación de actividades grupales seguras y accesibles para niños, niñas y adolescentes, incluidos los y las adolescentes, para desempeñar y acceder a información y servicios de supervivencia apropiados al contexto.
Utilizar métodos para involucrar a los niños, niñas y
adolescentes con
discapacidades en las siguientes acciones:
a) Identificar estrategias de protección que funcionen y
áreas para mejorar
b) Modificar las actividades en consecuencia
c) Proporcionar opiniones durante y después de la respuesta
Los organismos externos deben basarse en los recursos comunitarios y el compromiso con los niños, niñas y adolescentes. Deben apoyar las capacidades, estructuras y procesos existentes que previenen riesgos y violaciones de la protección de la niñez y adolescencia.
Los enfoques comunitarios son más eficaces y sostenibles cuando las comunidades los ven como una forma de cumplir con su responsabilidad colectiva respecto a los niños, niñas y adolescentes permitiendo priorizar los problemas, proponer soluciones y movilizar recursos.
Los organismos externos deben entender las dinámicas locales que rodean la participación de niños, niñas y adolescentes en los procesos comunitarios con el fin de prevenir riesgos potenciales y facilitar la participación segura, voluntaria y significativa de los niños, niñas y adolescentes.
Debe ser inclusivo, accesible, apropiado, continuo y supone un compromiso a largo plazo. Debe incluir principios y estrategias clave, formación, tutorías y conexión con otros sectores.
La representación y la inclusión son importantes en los enfoques a nivel comunitario. Es necesario identificar personas en riesgo de discriminación o exclusión, su causa y cómo incluirlos de forma segura.
Puede incluir los siguientes servicios: policía, trabajadores sociales, trabajadores sanitarios, servicios de bienestar infantil, servicios educativos, servicios de salud sexual y reproductiva, sistema de justicia juvenil, servicios de salud mental, etc.
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